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NO LLORO A MIS MUERTOS


“No lloro a mis muertos, los llevo en mí,

pueblan mi vida ecos de sus risas,

voces de rezos, besos que recibí.

Música emitida del corazón,

esperanza de vivir algún día,

junto con ellos la Resurrección”.

Nuestro país es un inmenso mosaico de paisajes, entre ellos destaca el del Valle de México, que tiene como principal atractivo los volcanes, que han inspirado a cuantos han tenido la oportunidad de verlos. Desde la época prehispánica, su esplendor ha inspirado leyendas donde hermosas tradiciones explican su origen.

Entre los pueblos que los rodean se localiza San Miguel Atlautla, en el lugar donde abundan las barrancas. Bella población cuya fundación se remonta al Siglo XVI; como en otros lugares el mes de noviembre está dedicado a la celebración de los muertos. Sus habitantes han conservado la tradición de iniciar el 28 de octubre en que la Ofrenda se dedica a los accidentados, siguen el 31 los niños, el 1° los adultos y el 2 los despiden.

Me sorprendió el relato de Doña Gregoria Torres, viuda desde hace muchos años, fundadora de una familia solidaria, que se ha ganado el respeto y la admiración de sus vecinos por la decidida apuesta para sacar adelante a sus hijos por medio del trabajo y la responsabilidad compartida.

Juntos siempre en la adversidad y en los momentos en donde hay que festejar un acontecimiento importante como éste. Como la mayor, a ella le toca encabezar esta costumbre, que en su momento más importante la deja sola en la habitación más grande, donde se encuentran dispuestos dos sillones, especialmente colocados para que ella se siente en uno y platique con su difunto esposo, de todo lo ocurrido en el año; conversación que sostiene frente a la ofrenda en donde se ha puesto la fruta, los dulces, el agua, el pulque, las veladoras, los tamales y las flores, todo aromatizado por el sahumerio1 en donde arde el copal. Culmina la tradición con la despedida a los visitantes difuntos, a los que acompaña en el camino de pétalos de cempaxúchitl que se preparó para esperarlos.

La parroquia, guía cada uno de los momentos a través del toque de campanas, desde que llegan hasta que se despiden con un toque de difuntos; una vez que esto sucede las flores utilizadas en la ofrenda se llevan al panteón para aflorar las tumbas

Le pregunto a qué atribuye la fuerza que la ha sostenido desde hace más de treinta años y contesta que a la fe puesta en Dios. Asegura que ha sido su estímulo más fuerte, porque le ha permitido ver crecer a sus hijos y a sus nietos en un ambiente cristiano, porque eso sí, todos son activos practicantes de la religión y fieles devotos del patrono San Miguel Arcángel.

Llena de alborozo, comenta los festejos que la parroquia organiza para la fiesta titular, para la Semana Santa, para la Feria del Capulín, para la Bendición de la Semilla y para los Santos Difuntos. Describe cómo se le cambia todo el vestuario cada año al Santo Patrono en su celebración, cómo se tiene que hacer una petición para encargarse de esos gastos, que a veces tarda hasta quince años para ser admitida, pero que a su vez llena de satisfacción y se considera como un honor para la familia.

Agrega, que es precisamente la confianza en Dios lo que los mantiene tranquilos, a pesar de estar muy cerca del Popocatépetl y de recibir frecuentemente las cenizas que producen las exhalaciones de Don Goyo, como familiarmente lo nombran y de saber que ya hay zonas que están protegidas por el ejército por el peligro que puede representar para los visitantes.

Sigue describiendo la impresionante belleza de la iglesia, fundada también en el Siglo XVI por los dominicos, afirma que el cura actual cumple atinadamente su misión con sus feligreses, pues ha conseguido que la comunidad participe con entusiasmo en las actividades parroquiales, contrarrestando la violencia generada por las condiciones en las que vive el país.

Termino la visita literalmente refrescada, no sólo por el aire limpio, la imagen impresionante del volcán y la plática reconfortante, que enfatiza una vez más el valor de nuestras costumbres y el de nuestra gente, que resiste a través de una fe viva los infortunios, la soledad, las necesidades del tiempo que les tocó vivir; refugiándose en sus tradiciones, que los llenan de esperanza para un mañana que habrá de reunirlos para siempre con aquellos que los han precedido.

Para reflexionar:

¿Qué piensas de esta costumbre?

  • ¿Qué recuerdas de los difuntos de tu familia?

1Sahumerio: consiste en la quema de distintas plantas o minerales con olores característicos.


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