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DE LA PASCUA HACIA PENTECOSTÉS

Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

Mateo 28, 16-20

Con su pasión muerte y resurrección, Jesús nos ha ganado el Cielo, la vida eterna; y eso celebramos durante el periodo de Pascua. La palabra “Pascua” significa “paso”, “salto”. Por lo tanto, los católicos celebramos la alegría y tenemos la esperanza de poder alcanzar el Cielo que nos ganó Jesús. Y los regalos de Jesús no terminan ahí: en Pentecostés nos envía al Espíritu Santo y con Él, su fuerza para que podamos tener paz en nuestros corazones. Por eso este artículo quise titularlo “De la Pascua” (la alegría y la esperanza de poder alcanzar el Cielo), “hacia Pentecostés” (el recibir al Espíritu Santo y con Él su fuerza para vivir con paz). Y ¿cómo me puede ayudar en mi vida esta realidad?

Hace unos días, durante una terapia, Paula[1] me compartía que no podía evitar sentir miedo al ver en las noticias tantas situaciones malas que pasan en el mundo. Este miedo la hacía sentir, en ocasiones, insegura y temerosa, y en otras llegaba a sentir mucho enojo y frustración. Durante la plática recordamos que las emociones son reacciones naturales que sentimos físicamente en nuestro cuerpo y no las podemos evitar. Por ejemplo, si abro la puerta de mi casa estando todo oscuro y sale mi hijo de entre las sombras y me grita, seguramente sentiré miedo y después hasta enojo porque no me gustó que me asustara. Estas primeras reacciones que sentimos en nuestro cuerpo no las puedo ni evitar, ni controlar. Pero entonces, Paula me preguntó: ¿Cómo puedo vivir con paz si pasan cosas feas que me asustan o me enojan y siento que no puedo hacer algo al respecto?

El secreto está en ese último pensamiento: “siento que no puedo hacer algo al respecto”. Cuando nos sentimos indefensos frente a algo o alguien y pensamos que sufriremos un daño sin que podamos evitarlo, entonces es normal sentirnos con miedo o enojo. Cuando hacemos todo lo posible por hacer lo que podemos hacer, eso nos hace sentir paz. Por eso te quiero compartir algunas recomendaciones que platiqué con Paula para poder sacar ese miedo y ese enojo, y acoger la paz y la esperanza que nos ha regalado Jesús.

1ro. Pensar ¿qué es lo que me está ocasionando ese miedo o ese enojo? Y aceptar que tengo derecho a sentirlo. Por ejemplo, supongamos que en la zona donde vivimos están asaltando mucho. Es normal sentir miedo o enojo.

2do. Pensar ¿qué gano sintiendo miedo o enojo? Estas emociones son como una alarma que me quiere alertar y avisar que algo está pasando y por lo tanto, necesito hacer o dejar de hacer algo al respecto. Siguiendo el ejemplo, mi miedo o enojo porque están asaltando en la zona donde vivo me avisa que hay un POSIBLE peligro para mí y por lo tanto necesito pensar QUÉ PUEDO HACER para estar a salvo.

3ro. ¿Y qué puedo hacer ante esta situación? Por ejemplo, ponerme de acuerdo con los vecinos para cuidarnos mejor; tener anotado y a la mano el teléfono de la policía para llamar en caso de emergencia; comprar un perrito para que ladre si alguien quiere entrar a la casa; poner candados o cadenas en mi reja; aprovechar los programas que tenga el gobierno para que decidamos qué queremos poner en nuestra colonia y pedirles que pongan cámaras de seguridad, patrullas fijas o una alarma vecinal; denunciar cuando roben en mi zona, etc.

4to. También me ayudará pensar si lo que estoy haciendo realmente me ayuda ante la situación que me causa miedo o enojo. Imaginemos que además de lo que veo en las noticias sobre los asaltos en mi zona, me pongo a “chismear” con mis vecinas sobre el tema, o hablo de esto con mi familia y amigos, pero no acordamos hacer nada y sólo alimentamos nuestro miedo con las conversaciones... o si nos quejamos constantemente de la situación y sólo criticamos; estas acciones no sólo no nos pondrán a salvo, sino que aumentarán nuestro miedo y nuestro enojo. Esto es el tipo de cosas que puedo dejar de hacer para no perder la paz.

5to. Otra de las cosas que podemos hacer es pensar y agradecer lo positivo que tenemos. Podemos agradecerle a Jesús en la noche porque llegamos con bien, agradecer porque nuestra familia está bien, agradecer por la gente buena que conocemos, etc. También pensemos en las palabras de Jesús que nos dice que no tengamos miedo porque Él siempre está con nosotros. La manera de vivir nuestra fe en Jesús es hacer lo que necesitemos hacer para estar bien. Sí, pedirle a Él, confiar en que no nos dejará solos y que nos ayudará en nuestras necesidades, pero recordando que “a Dios rogando y con el mazo dando”. Es decir, si le pedimos a Jesús que nos ayude, pero nosotros no hacemos nada, le atamos las manos y no le permitimos que nos ayude realmente.

Te invito a reflexionar ¿Qué aprendí con esta lectura? ¿Qué estoy haciendo ante las situaciones que me causan miedo o enojo? ¿Qué puedo hacer para poder vivir con paz en mi corazón?

Si quieres conocer más sobre el tema de la Pascua y la Resurrección puedes buscar en internet: “Significado de Domingo de Pascua y Resurrección”.

[1] Nombre ficticio para proteger la identidad del paciente.

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