APTITUDES SOCIALES PARA VIVIR Aprovecha y usa la inteligencia emocional
“Con el puño no se puede intercambiar
un apretón de manos”
(Indira Gandhi)
Con este artículo estamos llegando al final de nuestro viaje sobre el tema de la inteligencia emocional. Recordemos por qué es importante: Como ya expuse antes, nos permite tener una buena autoestima (nos ayuda a comprender cómo somos, a aceptarnos y a superarnos) y utilizar las emociones a nuestro favor (puesto que nunca podremos dejar de “sentir”) y para tomar decisiones que nos permitan tener bienestar en nuestra vida.
Anteriormente revisamos las tres aptitudes personales de la inteligencia emocional: el autoconocimiento, la autorregulación emocional y la automotivación. Ahora nos enfocaremos en los últimos elementos correspondientes a las aptitudes sociales: la empatía y las habilidades sociales. De estas aptitudes depende nuestra manera de relacionarnos con otros y adaptarnos al medio en el que vivimos (sin dejar de ser como somos).
La empatía y las habilidades sociales van de la mano, porque no puedes relacionarte ni comunicarte bien con otros si no los conoces y entiendes. Por lo que la empatía es un requisito para poder convivir en armonía con los demás.
La empatía es la habilidad que nos facilita el reconocer las emociones y/o sentimientos de los demás. ¿Y cómo logramos esto? Viendo las cosas a través de los ojos del otro, por lo tanto, entiendo lo que siente o piensa, pero desde sus zapatos. Veamos un ejemplo.
Sonia tiene una hija adolescente de 14 años llamada Katy. Hace unos días me comentó que tuvo una fuerte pelea con ella porque compartió en internet unas fotos en short y con una playera corta con la que enseñaba el ombligo. Ante esto, Sonia le quitó su celular en castigo mientras la regañaba explicándole los peligros de hacer eso. Acto seguido, Katy comenzó a defenderse gritándole que todas sus amigas lo hacían y que no la entendía porque no tenía nada de malo.
¿Crees que Sonia y Katy fueron empáticas? No, porque Sonia estaba aferrada a su punto de vista (siente preocupación porque ve peligroso compartir este tipo de fotos en internet) y Katy sólo veía el suyo (como adolescente, quiere pertenecer a su grupo, hacer lo que hacen otros adolescentes, vestirse a la moda, etc.). Aquí el adulto es Sonia, por lo que, si ella logra ser empática, facilitará que su hija lo sea y podrán comunicarse mejor. Una manera de hacerlo es la siguiente:
Primero, tomando consciencia de lo que le hace sentir la situación. Lo analizamos juntas y se dio cuenta que no era enojo lo que sentía, sino preocupación y por eso quería evitar a toda costa (regañándola y castigándola) que repitiera esa conducta. Entonces, lo que necesita hacer Sonia es tranquilizarse antes de hablar con Katy para autorregularse (por ejemplo, respirando profundo) para no reaccionar así (porque esto hará que Katy no la escuche al sentirse incomprendida y regañada injustamente).
En segundo lugar, tratando de ver la situación desde los ojos de su hija adolescente. ¿Cómo te sentirías y qué harías si fueras Katy adolescente cuyo mundo es el de tu grupo de amigos, quieres ser aceptada y te preocupa no sentirte rechazada por ellos, etc.? Si una mamá me dijera “es que yo siendo adolescente no era como Katy”, eso no es ser empático. Tú no fuiste como Katy, pero Katy se está comportando como un adolescente típico y ella percibe su realidad así. Entonces, no veas la situación como tú la viviste; vela como Katy (adolescente) la está viviendo y piensa si te sentirías preocupada por ser aceptada y validada por tus amigos. Esto permitirá entender mejor al otro.
Ahora bien, imaginemos que Sonia desconoce cómo son los adolescentes. ¿Cómo podría entender mejor a su hija? Escuchando la información que le da su hija y si no le da información, entonces preguntándole qué piensa, qué siente, por qué hace lo que hace. En este caso, Katy externó lo que piensa y siente: piensa que no tiene nada de malo porque todas sus amigas lo hacen y de alguna manera a ella le preocupa y quiere pertenecer a su grupo de amigas haciendo lo que ellas hacen.
Ya que Sonia entendió a su hija, ahora le toca hacérselo saber (externándole que puede entenderla poniéndose en sus zapatos) y compartirle lo que piensa y le hace sentir lo que pasó. Sonia podría decirle: “Entiendo que todas tus amigas lo hacen y supongo que quieres sentirte parte del grupito haciendo lo mismo que todas, ¿es así? (esto es ponerse en sus zapatos), pero quiero platicar esto contigo porque me preocupa que al hacer eso se exponen a peligros que a lo mejor ni tú ni tus amigas alcanzan a ver (comparte o explica su punto de vista)”. Esto puede facilitar que ambas se sientan entendidas y puedan llegar a acuerdos juntas.
Intenta ejercítate en estas habilidades y verás cómo mejora tu forma de relacionarte con los demás.
Para reflexionar:
• ¿Sabes qué necesitas ejercitar para poder ser empática con tus familiares, amigos, compañeros de trabajo o la gente con la que convives?
• ¿Qué podrías hacer para mejorar tu relación y comunicación con los demás?
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