AÑO NUEVO, VIDA NUEVA
“Por eso no nos desanimamos. Al contrario, mientras nuestro exterior se va destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día.”(2 Cor4.16).
El deseo que todos expresábamos es “Año Nuevo, vida Nueva” y hoy se ha vuelto realidad, sin quererlo nosotros y menos, aceptarlo. La realidad de vivir una pandemia a nivel mundial que nos obligó a cambiar, “nos alcanzó” y nos afectó en todos los sentidos de nuestra vida diaria. Algunos de nosotros nos recluimos desde el mes de marzo, pensando que pronto pasaría la pandemia y llevamos diez meses y no vemos la posibilidad de volver a nuestra vida normal. Frente a la realidad no se puede ser indiferente.
Terminó el año 2020 y damos gracias a Dios que podemos llegar a un Año Nuevo 2021, que será mejor, pero aún no asimilamos que será no solo nuevo sino muy diferente; nunca volveremos a vivir como antes lo hacíamos.
Personalmente tuve temor que al renunciar a ser maestra, mi vocación y trabajo por más de 50 años, me iba a afectar; extrañaría levantarme muy temprano, manejar más de dos horas y sobre todo, dejar de convivir con los queridos alumnos y alumnas para que descubrieran ellos el amor a la vida maravillosa que Dios les dio. Esta separación no me afectó como supuse, porque encontré muchas otras oportunidades de servir. Pero la pandemia, de una manera o de otra, me “movió el tapete”. La crisis sanitaria se podrá controlar por medio de vacunas, pero nos esperan otros retos, como la recuperación económica mundial.
Generalmente, tanto la mujer como el hombre no quieren informarse, poner atención a la situación de nuestro mundo y ante la humanidad que sufre. La realidad nos dice que ahora todo es diferente a lo que estábamos acostumbrados a vivir y tenemos que enfrentar la vida con nuevas actitudes.
LA PANDEMIA TRAJO SITUACIONES BUENAS
“Aunque estemos afligidos, permanecemos alegres. Tenemos apariencia de pobres y enriquecemos a muchos; parece que no tenemos nada y todo lo poseemos” (2 Cor. 6-10)
Nos hemos visto obligados a tener nuevos hábitos, nuevas rutinas y los cambios han llegad; tenemos que aceptar y reconocer que los CAMBIOS también nos han beneficiado.
Hoy, de golpe, hemos entendido muchas verdades siempre presentes: El valor de la vida, el amor de Dios, el valor del tiempo, la fuerza de la oración, el calor de los lazos familiares, el cuidado de nuestro cuerpo, la belleza de la naturaleza que no podemos maltratar, la presencia inesperada de la enfermedad y la muerte de los seres queridos, que es imposible evitar.
Solo destaco algunas señales negativas de nuestra cultura, que puede calificarse como consumista. Anhelamos adquirir cosas y más cosas y las atesoramos, aunque no las usemos ni nos hagan falta; éstas acaban asfixiándonos. Todos esos objetos, papeles, recuerdos, adornos, utensilios, etc. nos quitan espacio en la casa y en nuestra mente. Si estamos obligados a “no salir” podemos constatar que nos falta espacio para las personas de la familia y que nos sobran cosas. También guardamos en nuestro corazón buenas y malas experiencias.
El encierro nos pide aprender a ser buenos administradores de los bienes que tenemos y sobre todo, del tiempo que nos queda por vivir.
Algunos cambios positivos son: cuidar la vida, alabar y bendecir a Dios que nos ama, cuidar nuestro cuerpo (comer poco y bien, dormir, hacer ejercicio, etc.) aceptar la realidad, cuidar la naturaleza, ser feliz y hacer felices a los que nos rodean, disfrutar todo lo bello y crear un entorno bello y acogedor, por solo mencionar algunos hábitos necesarios.
Me pareció interesante el texto de Max Kaiser[1] que escribe lo siguiente:
“Sin darme cuenta tuve que aprender a vivir con menos de todo. Menos espacio para moverme. Menos compromisos por día. Menos ingresos. Menos gastos. Menos diversión y contacto con personas distintas. Menos traslados y prisas. Menos tráfico y menos contaminación. Menos privacidad y menos espacios propios. Menos distractores. Menos alternativas. Menos cosas. Menos lujos. Menos formalidades.
No estoy listo para agradecerle a la vida este momento, pero sí quiero recordarlo siempre, porque 2020 me ha enseñado que vivir con menos, me permite vivir con más.” [2]
El tiempo que empieza a correr en este año nos ofrecerá muchas sorpresas, unas agradables y otras no tanto, pero queremos ser protagonistas de un cambio que logre construir un mundo, un entorno más justo y humano. Gabriel García Márquez escribió en su libro “Amor en tiempos de cólera”:
“Aunque estuve encerrado sin bajar del barco, cuando lo hice, llevé la primavera dentro de mí y nadie me la puede quitar.”
En consecuencia, al comienzo de este año debemos vivir la Esperanza y el compromiso social. La esperanza es la capacidad del ser humano de superar el mal, con la gracia de Dios, y a no caer en la resignación y en la indiferencia.
Deseo a todas las lectoras y lectores un Año 2021 con cambios muy positivos para vivir con menos y vivir más.
Reflexión:
· ¿Cómo esperas hacer frente a los cambios que tenemos en éste Año 2021?
· ¿Cuáles nuevos hábitos positivos tienes ahora?
“Aunque estuve encerrado sin bajar del barco, cuando lo hice, llevé la primavera dentro de mí y nadie me la puede quitar.”
(Gabriel García Márquez).
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