CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES
Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor;
porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia.
(Salmo 59,16)
Que levante la mano quien ha cantado alguna alabanza al Señor en Misa o en un acto religioso, y además, se lo ha llevado en su corazón y lo sigue tarareando todo el día.
En un mismo fin de semana viví dos experiencias a propósito de cantos en Misa. Tuve la fortuna de asistir a una Eucaristía donde despedían al párroco; para la ceremonia se reunió el coro que él formo treinta años atrás, hombres y mujeres ya con hijos y algunos con nietos entonaron de una forma maravillosa sus cantos al Señor, propios de la Eucaristía, como lo hicieron en el pasado.
El reencuentro fue muy emotivo y más de uno, de los veinte integrantes, no pudo evitar entonar su canto con un nudo en la garganta; el emotivo momento lo encabezó el reencuentro con sus conocidos y amigos, pero lo coronó la dicha de volver a alabar y agradecer a Jesús cantando, como si el tiempo se hubiera pausado, entonando las mismas alabanzas y cerraron su participación cantando con gran profesionalismo “Jesucristo”.
El otro momento, fue que en la celebración de Navidad de una empresa se habían puesto de acuerdo para que a través del bluetooth y una bocina se compartieran los cantos, propios para esa Misa, desafortunadamente no se pudo hacer por una baja en la calidad del Internet.
El sacerdote les hizo ver que no era necesario el aparato, que cantar al Señor de cualquier manera, incluso a capela lo alaba y le llena de alegría. Así lo hicieron y todos los asistentes se unieron a los cantos, que la mayoría de los católicos conocemos y no hizo falta la música para alabar cantando al Dios.
Una de las formas más poderosas y conmovedoras de expresar la conexión espiritual con lo divino, es a través de los cantos a Dios. Siempre presentes en diversas culturas religiosas, no solamente como adoración o alabanza sino uniendo la devoción y reverencia.
Resulta increíble como estas expresiones musicales derrumban las barreras lingüísticas y culturales, conectando a las personas a través de la música y sus letras.
Los avances tecnológicos facilitan conocer más de la música religiosa, autores y cantantes dedicados a ello, basta con escribir en Google “canciones católicas” y nos arroja una gran variedad de videos, letras y acordes de donde elegir; con títulos como: “Una hora de música católica”, “Música católica para jóvenes”, “Canciones católicas famosas”, entre miles de sugerencias que con tan solo elegirlas, de inmediato tenemos en nuestro dispositivo lo que queremos escuchar.
Un par de meses atrás me anoté en una lista de mi Parroquia para asistir a la Hora Santa; me llevé un folleto con la sugerencia de qué decirle al Señor mientras estaría una hora con Él, y también pensé que me gustaría cantarle, pero como lo hago muy mal, opté al ver que estaba yo sola por poner algunas de mis alabanzas favoritas en el celular: “Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro…”, la siguiente “Cuanto he esperado este momento, cuanto he esperado que vinieras a mi…”, con ésta se me quiebra la voz invariablemente; y por último una más actual que alegra mi corazón y alma… “Si oyes un murmullo muy cerca de ti es un ángel…”.
Estoy segura de que al leer el párrafo anterior de pronto te encontraste cantando, ¿verdad? Hay una canción comercial que interpreta el grupo Timbiriche y destaca que “la vida es mejor cantando”.
Mientras puse la primera melodía en la Hora Santa, llegó la chica que estaba anotada para la siguiente hora y me dijo “súbele” y se unió al canto, en menos de quince segundos ya éramos más de diez personas cantando en su nombre.
Influencia emocional
La música tiene la capacidad de evocar emociones de manera intensa y directa. Los cantos a Dios aprovechan este poder para elevar las experiencias espirituales de los creyentes. Las notas y las letras se entrelazan para crear una atmósfera de reverencia, paz y alegría.
Ya sea en un coro de una iglesia, en un templo hindú o en una mezquita, los cantos a Dios crean un espacio donde las emociones fluyen permitiendo conectarnos con lo divino de manera profunda y personal.
Los cantos a Dios han resistido la prueba del tiempo, convirtiéndose en una parte integral de las prácticas religiosas. Estas composiciones atemporales han perdurado, transmitiéndose de generación en generación.
La repetición de estas melodías en rituales y ceremonias religiosas crea una conexión con el pasado, vinculando a las personas a una tradición espiritual que ha perdurado a lo largo de los siglos.
De acuerdo con los expertos los cantos actúan como puentes entre lo material y lo espiritual, guiando a los devotos en su viaje hacia la comprensión y la comunión con Dios.
Unión de religiones
Los cantos a Dios tienen el poder de unir a personas de diversas creencias y representan una forma conmovedora y universal de expresar la devoción.
Los cantos de cada creencia pueden inspirar respeto y admiración por la riqueza espiritual de la diversidad en el mundo.
Sin lugar a duda a través de la música podemos encontrar consuelo, inspiración y una conexión profunda con lo divino.
Para reflexionar
• ¿Invitas a los miembros de la familia a cantar algo espiritual, por ejemplo, al bendecir la mesa?
• Piensa en tres de las alabanzas de tus favoritas ¿cuál te hace llorar? ¿cuál te hace pensar? y ¿cuál te pone feliz?
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