MUJERES SIN VACACIONES Día del trabajo doméstico
Tenemos necesidad de tener vacaciones. El ser humano necesita un equilibrio saludable entre trabajo y descanso. No se puede cumplir con todas nuestras responsabilidades como robots, sin descansar, sin hacer un alto, es indispensable vivir bien y disfrutar la vida.
Las vacaciones, son un alto a la rutina, un contacto con la naturaleza, recuperar la verdadera alegría, la alegría física y espiritual; la alcanzada por la plena conciencia de que la vida es valiosa y que tiene momentos muy bellos y momentos difíciles de superar, que no desprecia el dolor, la alegría que bendice a Dios, como lo hace la creación cada amanecer y atardecer: “El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra”. (Salmo 18)
La mujer y el trabajo doméstico en México
En este mes se celebra también, desde 1983 el 22 de julio como “El Día Internacional del Trabajo Doméstico”. En México de acuerdo a la información del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) las mujeres que trabajan en sus hogares, aportan 2.6 más del valor económico que los varones y sin recibir remuneración.
Se entiende por trabajo doméstico no remunerado al conjunto de actividades que se realizan en los hogares de manera cotidiana para garantizar el bienestar y desarrollo de los integrantes de la familia, por solo mencionar algunas de ellas: compra y preparación de alimentos, realizar limpieza del hogar, cuidado de niñas, niños y ancianos, cuidado de la ropa (lavado y planchado), compra y administración de lo que se necesita para el buen funcionamiento del hogar.
Mujeres sin vacaciones (dos casos comunes)
Transcribo sólo el comentario de una exalumna de la Normal de Maestros, joven con sólo nueve años de casada:
“Me levanto diario a las 5:30 despierto a mis hijos de 5 y 7 años, les pido que se arreglen, visto a mi hijito de dos años para poder llevarlo a la guardería, después de llevar a mis hijos con mi papá para que los lleve a la escuela, como tengo suerte de tener coche, viajo al otro lado de la ciudad (durante hora y media), para ir a trabajar. Entro a mi escuela a las 8 a.m., pero antes llevo a mi hijo pequeño a una guardería cercana porque salgo de clases hasta las 2 de la tarde y tengo que recoger a mi niño antes de las 3. De camino a mi casa paso al supermercado para comprar lo que necesito y en ocasiones otros pendientes; llego a la casa para preparar la comida y atender a mis otros dos hijos. Los organizo para que hagan sus tareas, los llevo a sus clases extras, o al dentista, al pediatra, etc. En la noche les pido que se bañen, atiendo a mi hijo pequeño y espero a mi esposo, que regresa de su trabajo a las 7 de la noche para que cenemos juntos y quizá platicar un poco.
Hay una frase que dice con realismo: “Cuando creí que había terminado con mis responsabilidades de madre, esposa, compañera, me convertí en abuela”.
Parece que nunca terminan las responsabilidades de las mujeres en el hogar. Margarita una amiga de más de 65 años me confesó: “Qué bueno que todos se van de vacaciones y aunque quieren que vaya con ellos, prefiero quedarme sola en mi casa, no estar pendiente de que hablen y pidan que les ayude, puedo comer lo que me gusta y cuando quiera, no levantarme temprano, hacer mis oraciones cuando quiera, ver a algunas amigas. Feliz de no tener que estar pendiente de todo lo que se ofrezca, no tener el celular prendido porque me piden que les ayude con distintos asuntos. Ayudo en todo lo que puedo, porque mi hija “trabaja”. No valoran todo lo que yo también trabajo no sólo con mi familia, mi esposo ya es mayor y necesita atención especial, responsabilidad con mi grupo parroquial, los enfermos que les llevo la comunión y alguna ayuda material, ir al mercado por lo que hace falta, regar y cuidar mis plantas, etc.”.
Trabajar sin descanso y por las presiones del momento causa daños a la salud. No es raro pues, leer recientemente en diversas publicaciones médicas algunas enfermedades de las mujeres jóvenes y adultas, que asumen mucho trabajo en su familia que pueden ser: depresión, angustia, fatiga crónica, insomnio, agresividad, desequilibrio emocional. Es la reacción natural ante una situación en que la mayor responsabilidad de toda la familia recae en una sola persona de manera injusta.
Los verdaderos enemigos en la familia y en especial contra las mujeres que desempeñan este complejo trabajo son: el mal humor, el egoísmo, la tristeza, la envidia y hay que evitar dejarnos llevar por estos sentimientos que nos quitan la verdadera alegría de vivir y ser integrante muy valiosa en mi familia.
ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA LAS MUJERES QUE TRABAJAN EN EL HOGAR.
1. Comenten con claridad, las diferentes responsabilidades que hay que cumplir para el cuidado de la casa y bienestar de los integrantes.
2. Dialoga (hablar y escuchar) para que haya compromiso personal de cada uno, para asumir voluntariamente responsabilidades en la familia. No suplas el trabajo de ninguno.
3. Es importante compartir e informar cuál es el presupuesto básico para las necesidades familiares. Es importante que todos lo conozcan y respeten.
4. Haz regularmente ejercicio para mantenerte en forma. Es la mejor manera de conservar tu equilibrio y salud emocional y física.
5. Aléjate de todas las interrupciones. La televisión, la computadora, los celulares, la Tablet, etc. que te esclavizan y no te permiten olvidarte de tu trabajo y de otras preocupaciones.
6. Aprovecha la hora de la comida. Conversa con tus hijas, hijos, esposo de asuntos interesantes. Este pequeño espacio renovará tu energía.
7. No exijan a los abuelos o personas mayores, que ayuden, en el momento que les piden algo extra, ejemplos: Preparar la comida, recoger a los nietos, coser la ropa, cooperar económicamente.
8. Manténte interesada en el trabajo y las actividades de cada miembro de la familia.
9. Busca el tiempo para hacer oración en familia.
10. Planea con tiempo, junto con los demás, las vacaciones anuales para disfrutar juntos de la bella naturaleza que Dios nos regala
En todo el mundo, los cambios en la estructura familiar se han acelerado, en el último decenio. Sin embargo, la familia es el centro de todas las actividades de la vida privada y social. Su buen funcionamiento y su bienestar concierne a toda la sociedad.
Todos tenemos derecho a vivir con dignidad y las mujeres que hacen este trabajo doméstico tan valioso, debemos buscar el aprecio y la colaboración de los demás miembros de la familia y el reconocimiento de la sociedad con políticas públicas que las protejan.
¡También queremos disfrutar de unas lindas vacaciones!
Para reflexionar:
● ¿Quién lleva en tu hogar la carga del trabajo doméstico?
● Además de tus responsabilidades en la familia ¿tienes un trabajo remunerado?
● ¿Haces algún servicio voluntario en tu comunidad ¿Cuál?
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