RECUPEREMOS EL SENTIDO DEL HUMOR
“No hay nada en el mundo tan resistiblemente contagioso como la risa
y el buen humor”
(Chrles Dickens)
Hace un par de meses en una comida salió a la conversación sobre la capacidad de las personas para reírse. En la mesa comentaban que han observado que, en general, la gente conforme va creciendo en edad se va riendo menos. ¿Esto será así?
En otro artículo hablamos sobre los beneficios de sonreír tales como mejora el estado de ánimo, reduce tenciones, proporciona alivio, nos permite experimentar satisfacción, placer, alegría, felicidad, etc. Y también demostramos que si nos esforzamos por esbozar conscientemente una sonrisa en la cara (moviendo los músculos de la cara para formarla) aunque no nos salga de manera natural, lograremos experimentar estos beneficios como si nuestra sonrisa fuera real.[1]
Si esto hace una sonrisa ¿qué no hará la risa? Pero esto no resuelve la pregunta inicial ¿Las personas conforme van creciendo en edad se ríen menos? La respuesta es que no. Aunque observemos que esto es así, no se debe a la edad, sino a que las personas vamos perdiendo nuestro sentido del humor.
Algunas investigaciones atribuyen esta pérdida del humor a que las personas con la edad tendemos a volvernos más serias por las reglas sociales (no siempre es bien visto contar chistes, bromear o reírnos a carcajadas de cualquier cosa) y porque al volvernos adultos mayores nos cuesta más trabajo entender los chistes o vivimos más aislados de los demás.[2] Sin embargo, podemos recuperar nuestro sentido del humor, al igual que con la sonrisa, comportándonos como si lo tuviéramos.
Hace unos días me compartía en terapia el padre José[3] su experiencia con padres ancianitos. Él, aunque no es adulto mayor, está recuperándose de una cirugía en una casa donde cuidan a sacerdotes de edad avanzada y que padecen algún tipo de padecimiento físico. El padre en la sesión me expresaba la admiración que le despertaban los padres porque veía cómo cada uno se esforzaba por animarse para animar a otros con un buen sentido del humor.
Al padre le llamaba mucho la atención cómo ellos bromeaban con sus padecimientos. Por ejemplo, hay un padre que le amputaron una pierna y un día que llegó tarde, riéndose de manera juguetona, pidió que lo disculparan porque no pudo llegar corriendo.
Otros padres, como niños traviesos, a la hora de la comida les esconden los celulares a sus enfermeros para que convivan con los demás. Y cuando se reúnen para algún retiro o convivencia se saludan afablemente y entre carcajadas se bromean unos a otros de tal manera que al salir de ahí se sienten con mucha alegría y hasta con energía.
En otra sesión, un paciente recordaba con cariño cómo su papá logró cambiar el estado de ánimo de su familia iniciando carcajadas. La familia estaba pasando una situación complicada y estaban todos desanimados. Por lo que el papá, conscientemente, comenzó a contar cosas chistosas riéndose. Al principio, la familia escuchaba desconcertada, pero poco a poco comenzó a reírse uno, luego otro complementaba la anécdota del papá con otra cosa chistosa riéndose hasta que, después de un rato, todos reían y disfrutaban la comida, olvidándose del malestar que tenían.
En conclusión, podemos recuperar nuestro sentido del humor si nos esforzamos por vivirlo. Ahora bien, veamos qué beneficios para la salud obtenemos al reírnos.[4]
En primer lugar, va a mejorar nuestro estado de ánimo porque nuestro cuerpo va a liberar sustancias, como las endorfinas, que nos harán experimentar alegría y bienestar, además de que facilitará que nos relajemos de tal manera que disminuirá el estrés o malestar producidos por el enojo o la angustia.
Por otro lado, nos sentiremos más joviales porque unas buenas carcajadas relajarán y revitalizarán los músculos del cuerpo y nuestro cerebro; además de que nos facilitarán ver el lado positivo de las cosas y de paso reducirán nuestra presión arterial.
También permite que se lubriquen nuestros ojos con lágrimas, además de que facilita que eliminemos toxinas. Además, permite que entre más aire a los pulmones, por lo que nuestra piel se oxigena más; mejora nuestro sistema inmune, reduce un 40% la posibilidad de sufrir infartos o apoplejías; puede aumentar un promedio de cuatro años y medio más de vida; y hasta puede reducir, en los dientes, las molestias durante tratamientos dentales.
Y si te sientes aturdido o bloqueado en tu trabajo o para tomar algún tipo de decisión, una buena sesión de carcajadas, además de darte serenidad y reducir tu estrés, promoverá tu creatividad de tal manera que podrás encontrar alternativas de solución.
Finalmente, el reírnos es como si hiciéramos ejercicio porque involucramos unos 400 músculos del cuerpo y como si hubiéramos tenido un masaje, pues la risa y el humor permiten que nuestros huesos de la columna, que suelen tensarse, se estiren.
Aprendamos a reírnos de nosotros mismos, de nuestros errores, de las cosas que nos pasan, para cultivar el buen humor en nuestras vidas.
Reflexiona:
● ¿Qué puedes hacer para activar el sentido del humor en tu trabajo, con tu familia, con tus amigos, etc.?
● ¿Sabes reírte de ti mismo y encontrar lo positivo en
[1] Revista de Acción Femenina No. 1097 / Año 90/ Febrero 2023.
[2] Artículo encontrado en la página de internet: humorsapiens.com.
[3] Nombre ficticio para proteger la identidad de paciente.
[4] Artículo encontrado en la página de internet: mundopsicologos.com.
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